Las Cinco Espadas es una
historia de fantasía épica que abarca el mundo de ficción de Veranion. La
historia comienza con la muerte del emperador de Sharpast, Methren III, el
hombre más poderoso de todo Veranion. Mulkrod, su hijo, un hombre ambicioso que
pretende alcanzar mayor gloria que cualquiera de sus antepasados, hereda el
trono y gobierna su nuevo imperio con puño de hierro. Para afianzar el trono e
iniciar su ascenso a la gloria terrenal, se prepara para iniciar la campaña
definitiva contra el último reino libre de Veranion: Sinarold del Este, que ha
podido resistir los ataques de Sharpast gracias a una extensa muralla que
protege el reino. Pero la ambición de Mulkrod va mucho más allá: en su afán de
gloria aspira encontrar varias armas de gran poder que en el pasado
pertenecieron a su familia: las Cinco
Espadas, que fueron ocultadas de sus legítimos dueños por el mal que
desataron en la tierra, salvo una, que permaneció en poder de la dinastía
imperial. Para ello Mulkrod prepara una expedición liderada por uno de sus
hermanos para encontrar las espadas,
que se encuentran ocultas en lugares remotos. En las espadas existe una antigua maldición, por la cual sólo el linaje
del primer emperador, Sharpast I, creador de un imperio que lleva su mismo
nombre: Sharpast, podrá empuñar las espadas; ningún otro hombre vivo podrá
tocarlas.
Mientras todo eso ocurre en las tierras del Imperio, en
occidente, donde se encuentra el continente de Lindium, mucho más pequeño que
el de Veranion, los tres reinos que lo habitan debaten si intervenir en la
guerra que está a punto de iniciarse en Sinarold o dejar que este antiguo reino
sucumba ante el poder del Imperio. Al mismo tiempo, los magos de Oncrust,
antaño una prestigiosa y poderosa orden, se reúnen en un concilio para dirimir
el espinoso asunto de la guerra y decidir qué postura tomar respecto a
Sharpast.
Llegados a este punto te recomiendo que, si no has leído todavía Las Cinco Espadas, no sigas leyendo.
Es en este concilio cuando aparecen Arnust y Halon,
maestro y aprendiz que acuden al concilio tras cumplir una misión de gran importancia.
Arnust participa en la reunión de magos como partidario de la intervención
contra Sharpast, y para ello se ve obligado a debatir con otros miembros del
consejo de los magos. La situación se tensa en varios momentos y el gran
maestre de la orden, Blanerd, interviene en varias ocasiones para calmar los
ánimos de sus hermanos. Finalmente, ante la división del consejo, Blanerd toma
la decisión de que la orden de Oncrust participe en la guerra que va a estallar
y unir sus esfuerzos para lograr convencer a los reinos de Lindium a intervenir
en favor del asediado reino de Sinarold. Como Blanerd ve muy difícil lograr la
unión de los reinos de Lindium para combatir a Sharpast, decide iniciar una
expedición que busque al menos una de las Cinco
Espadas a las Islas Solitarias, donde cree que se haya oculta una de ellas.
Al mando de la expedición deja a su hombre de mayor confianza: Arnust. Pero
para conseguir una de las espadas necesitan
la sangre de Sharpast, pues sólo los herederos del primer emperador pueden tocar
la espada. Para ello Blanerd había encargado a Arnust y a su aprendiz buscar a
un bastardo del tío de Mulkrod; misión que habían cumplido de forma exitosa,
trayendo consigo al joven bastardo, que se había quedado bajo custodia de la
orden. El joven modesto y nervioso que habían ido a buscar se llama Maorn, y
desde el principio se había mostrado partidario de colaborar con los magos. En
medio del concilio aparecerá un nuevo personaje, el mago Glarend, hermano de
Blanerd, que había regresado a Oncrust después de años infiltrado en la orden
rival de Zurst en oriente. Pero eso es otra historia.
En un principio, sólo uno de los tres reinos de Lindium,
el Reino de Vanion, se muestra partidario de ayudar a Sinarold. En su ayuda
envía un contingente de tres mil hombres compuesto por voluntarios. En ese
ejército se encuentras el capitán Malliourn y su amigo Darm. Dos guerreros
veteranos que habían consagrado su vida al ejército. Después de semanas de
larga travesía por el océano, la pequeña flota de Vanion llega a la capital de
Sinarold: Vendram, donde desembarcan y se unen al ejército de Sinarold en el
Gran Muro, una extensa muralla que protegía el reino. Nos encontramos al norte
de Veranion, en pleno invierno, con la nieve ocultándolo todo. Las
negociaciones entre los diferentes estados fracasan; la guerra es inevitable.
Los espías de Sinarold informan del inminente ataque imperial en la frontera de
Sinarold. Un ejército de más de cien mil hombres se prepara para asaltar el
reino.
La tensa espera hace que los oficiales de Sinarold se
pongan nerviosos y deciden enviar a varios grupos a aventurarse en territorio
enemigo en busca del ejército imperial para averiguar dónde va a producirse el
ataque. A Malliourn y Darm se les encomienda la tarea de buscar al ejército
imperial y se adentran en territorio imperial. Durante su exploración
encuentran el campamento enemigo, pero son atacados mientras trataban de
escapar, pero salen indemnes del enfrentamiento y consiguen llegar al Gran Muro
para avisar de lo que se les viene encima. Pero ya es demasiado tarde, el
ataque ya ha empezado. Malliourn agrupa a sus hombres y se dirige al lugar
donde se ha producido el asalto. Cuando llegan los defensores exhaustos acaban
por ceder y el enemigo consigue perforar una de las puertas de la muralla con
un ariete. Tras una dura lucha en la puerta, el comandante del cuerpo
expedicionario de Vanion muere, pero antes cede el mando al capitán Malliourn.
Ante la desesperada situación en la que se encuentran sus hombres, Malliourn
decide retirar de forma ordenada a sus soldados, escapando de una muerte
segura. Tras una penosa marcha bajo la nieve y las gélidas temperaturas, sin
equipo, sin casi comida y sin casi nada más que el apoyo de sus compañeros,
consiguen llegar a Vendrán, donde habían sido reclamados por el rey tras la
catástrofe en el Gran Muro. Todos los sectores de la muralla habían sido
tomados y las fuerzas de Sinarold se repliegan a Vendram y a Beglist, la otra
gran ciudad de Sinarold.
Una vez llegan a Vendram, Malliourn conoce en persona al
rey de Sinarold, Krahim, y a su sobrino, el general de los ejércitos de
Sinarold, Karmil Dungor, que es a su vez el heredero al trono. Durante la
entrevista hablan de la defensa de la ciudad y de las posibilidades de Sinarold
de contener el ataque imperial, pero el propio Malliourn no es muy optimista.
En los días siguientes las fuerzas de Sharpast llegan a la capital y comienzan
el asedio por tierra. A su vez la armada imperial bloquea el puerto de Vendram
e impide la llegada de más suministros a los asediados.
En la otra gran ciudad de Sinarold, Beglist, se
atrinchera un grupo importante de soldados de Sinarold, que resiste ante otro
ejército de ocupación de Sharpast. Al mando de dicho ejército se encuentra
Mencror, uno de los hermanos del emperador, y el mejor amigo de Mulkrod: el
general Darwast, un joven pero muy válido oficial. Tomar Beglist por la fuerza
se antoja complicado, pero la suerte está de su lado. Un noble de Sinarold se
pone en contacto con Darwast y llega a un pacto con él. Darwast promete
respetar la vida del noble y su familia y de todas sus posesiones a cambio de
facilitar la entrada a la ciudad del ejército imperial. Con su ayuda, los
soldados imperiales entran por sorpresa por la noche y ocupan la ciudad. De
inmediato, Mencror y Darwast se unen al emperador en Vendram.
Mencror y Darwast se entrevistan con el general Dungor y
Malliourn a las afueras de la capital. Allí los máximos oficiales de Sinarold y
del contingente de Vanion descubren que Beglist ha caído. A pesar de la difícil
situación de Sinarold, Dungor rechaza las ofertas de rendición. El asedio
continúa. El rey Krahim enloquece por las nefastas noticias y Dungor es
nombrado regente.
Para
acabar con el bloqueo al que están sometidos, Dungor ordena a la pequeña flota
de Sinarold atacar a la armada imperial. Para ello requisan toda embarcación
capaz de navegar y las llenan de material inflamable. Por la noche se produce
el ataque y para ello colocan en vanguardia los barcos con material inflamable
y, tras incendiarlos, los lanzan contra el centro de la formación imperial,
sorprendiéndoles. En cuestión de minutos parte de la armada imperial se
encuentra en llamas. El caos reina por doquier. Tras los barcos incendiarios
llega la flota de guerra de Sinarold, que ataca por los flancos con los
espolones de los barcos. La batalla dura unas pocas horas. Entre el humo y el
fuego se distinguen los gritos de los moribundos. Al amanecer la mitad de la
flota imperial ha sido destruída y el resto puesto en fuga. La flota de Sinarold
regresa triunfante. Ante el desastre, Mulkrod enfurece y ordena a sus fuerzas
de tierra atacar la muralla de Vendram para intentar pillar desprevenidos a los
defensores, pero éstos consiguen repeler el ataque. Ese día hay celebraciones
en todo Vendram.
La
alegría dura poco, a pesar de la llegada de nuevos suministros, el asedio
continúa y los ánimos empiezan a decaer. La moral ciudadana está por los suelos
y se inician disturbios en la ciudad. Aprovechando esto, el ejército imperial
inicia un asalto total de tres oleadas a las murallas. Después de duros
combates, las defensas ceden, los soldados imperiales entran por las brechas en
la muralla y por la puerta principal tras quebrarla con un ariete. Karmil
Dungor cae defendiendo las murallas y Malliourn ordena al contingente de Vanion
replegarse a los barcos de la flota en el puerto para intentar escapar. Al
final sólo una parte de los soldados consigue escapar en los barcos y la ciudad
cae. Sinarold era ahora parte del Imperio.
En
occidente los representantes de los tres reinos de Lindium: Vanion, Hanrod y
Landor, se reúnen en Blangord, la capital de Hanrod. A ella asisten algunos de
los magos de Oncrust: el gran maestre, Blanderd, Arnust, Halon y el bastardo
imperial, Maorn. Entre los demás asistentes destacan los reyes de Hanrod y
Landor, y el príncipe Nairmar de Vanion. Durante la reunión tras un debate que
bien podía haber acabado en pelea, los representantes de cada reino no
consiguen ponerse de acuerdo. Nairmar es partidario de la beligerancia en
contra de Sharpast mientras que los demás son partidarios de la no
intervención.
Finalmente,
Blanerd decide revelar que las Cinco Espadas existen y que ha organizado una
expedición para buscar una de ellas. Los reyes de Hanrod y Landor, habiendo
oído historias del poder de las espadas,
se interesan de inmediato del asunto. Los reyes prometen intervenir en la
guerra contra Sharpast si la expedición encuentra la espada. En ese momento Blanerd presenta a Maorn y explica el por
qué de la importancia del joven: como bastardo del hermano del padre de Mulkrod
lleva la sangre del primer emperador, luego puede empuñar la espada para los Tres Reinos. Tras
acordar una alianza militar contra Sharpast en caso de éxito de la expedición,
el representante de cada reino elige a alguien que participe en la expedición
de la espada: el rey de Hanrod elige al capitán de su guardia: Neilholm; el rey
de Landor escoge a su hermano: Glorm; Nairmar, como representante de Vanion,
decide ir él en persona. Ellos serían quienes acompañarían a Arnust, Halon y
Glorm en la búsqueda de la espada.
Cuando
acaba la reunión, Arnust regresa a su habitación a dormir antes de partir al
día siguiente hacia las Islas Solitarias, pero Glarend, el hermanastro de
Blanerd aparece tras unas columnas y le sugiere que no participe en la
expedición dado que las espadas son una falsa leyenda. Arnust zanja el asunto
diciéndole que no le importa su opinión y que está obligado a buscar una de las
espadas.
Al día
siguiente la expedición parte del puerto de Blangord y tras una larga travesía
llega a las Islas Solitirias, que se hayan abandonadas por la escasez de vida
en la región. Allí desembarcan y se encaminan hacia las montañas donde esperan
encontrar una entrada secreta que les lleve a la espada. Todo ello gracias a un viejo libro que Blanerd le había
entregado a Arnust antes de partir. Mientras marchaban, un misterioso personaje
aparece armado con un arco: Zangord, el guardián de la llave, un viejo y
desarrapado ermitaño encargado de custodiar la espada. Zangord exige que
vuelvan por donde habían venido pero Arnust le asusta con su magia y éste huye.
Pronto
encuentran la entrada que les lleva a la cámara de la espada y se adentran por
interminables túneles bajo la montaña. En una gran sala con tres puertas se
detienen a esperar que Arnust les desvele qué hay en cada una de ellas con
ayuda del libro. Sabiendo que algún peligro les esperaba en todas ellas, un
grupo de voluntario liderado por Nairmar y Halon se adentra por la puerta de la
derecha. Lo que se encuentran allí es una gran sala con un dragón que les ataca
en cuanto les ve. El guardaespaldas del príncipe se lanza a salvar a Nairmar y
sacrifica su vida. El dragón le devora pero los demás consiguen escapar.
Tras
regresar a la sala de las tres puertas, Arnust decide entrar por la puerta
central, donde el peligro que les espera es asequible. Todos entran en un
laberinto gigantesco donde pasan un día entero sin encontrar la salida, pero
Zangord, que les sigue en la oscuridad, les da la clave: sin quererlo el
anciano les muestra un pasadizo secreto por el que escapar del laberinto y
acceder a la sala que da la cámara de la espada. Allí capturan a Zangord y
Maorn encuentra una de las Cinco Espadas. Con la misión cumplida deciden volver
a casa, pero para eso tienen que salir de la montaña y no conocían el camino.
Tras prometer liberar a Zangord si éste les ayudaba a salir de allí, salen de
los túneles y llegan a lo alto de la montaña. Arnust libera a Zangord y
comienzan a bajar la montaña para regresar al barco.
No
obstante, Zangord se la había jugado. El viejo ermitaño libera al dragón que
les ataca desde el aire con fuego. Por suerte, consiguen ocultarse a tiempo en
una cueva y el dragón les pierde de vista. Esa noche los marineros del barco
encienden una hoguera en la playa para calentarse, pero las llamas atraen al
dragón, que les ataca y quema la embarcación. Sin saber lo que le ha pasado al
barco, Arnust y sus compañeros continúan su camino con sigilo, pero el dragón
les descubre de nuevo y todos huyen ante él. Todos menos uno. Maorn permanece
quieto con su nueva espada en la mano. Se siente diferente, no tiene miedo. En
un alarde de valor y destreza, consigue abatir al dragón con su nueva arma. Sus
compañeros, al ver cómo sucede todo, comprenden que Maorn empuña realmente una
de las Cinco espadas y se dan cuenta del poder de ésta.
Con el
barco en llamas, los miembros de la expedición se quedan atrapados en la isla
sin expectativas de poder escapar. Sin embargo, esa misma noche localizan un
barco de velas negras. Pronto comprenden que se trata de un barco de Sharpast y
que éstos buscan también la espada. Con la sorpresa de su lado, emboscan a los
soldados que de Sharpast en un sendero de la montaña, acabando con todos menos
uno: uno de los hermanos del emperador, Mencror, que es hecho prisionero. Antes
del alba asaltan el barco y lo toman por la fuerza, partiendo con su nueva
embarcación hacia Lindium.
Cuando
regresan y muestran la espada al rey de Hanrod, éste cumple su palabra y
prepara sus ejércitos para la guerra. Es en ese momento cuando se enteran de la
caída de Sinarold. Los miembros de la expedición se separan y siguen sus
caminos: Neilholm regresa a casa con su familia y retoma sus funciones como
capitán de la guardia del rey. Glorm regresa a Landor para asegurarse de que su
hermano, el rey, cumple también su palabra. Arnust regresa a Oncrust con Halon,
Maorn y la espada. Nairmar vuelve a Vanion acompañado de dos escoltas escogidos
por su padre: Hernim y Dulbog, dos soldados veteranos. Durante el viaje de
regreso a casa son asaltados por unos bandidos, pero les dan una lección y
siguen su camino.
Finalmente
Nairmar regresa a casa y ve a su padre, le cuenta todo lo que ha pasado pero el
rey de Vanion está muy disgustado con su hijo. Como buen padre le perdona y
continúan los preparativos para la guerra. Nairmar conoce a Malliourn en ese
momento y su padre le presenta como nuevo general de los ejércitos de Vanion,
para sorpresa de Nairmar, que esperaba ocupar el cargo. Nairmar puede descansar
por fin, pero antes va a ver a su amante, la única mujer que ama: Nerma, una
doncella de palacio.
Hernim
y Dulbog dejan su cargo en la guardia del rey para entrenar a las levas de
campesinos que se unen al ejército y los preparan para la guerra.
Tras
meses de preparación, los ejércitos de Lindium se agrupan en un puerto costero
donde preparan la invasión. Los reyes, generales y magos deciden la estrategia
a seguir para doblegar al Imperio. Deciden atacar por sorpresa y dirigir al
ejército a la capital del imperio para dar un golpe de efecto que termine la
guerra con prontitud, acabando con Sharpast de una vez por todas. Antes de
partir a la guerra, Nairmar pasa su última noche con su amada, Nerma, donde le
jura amor eterno y le asegura que volverá para estar con ella.
Mientras
en occidente conspiran contra Mulkrod, éste regresa con su ejército a la
capital de su Imperio, donde celebra un desfile triunfal con sus soldados, los
prisioneros capturados durante la campaña y con los tesoros obtenidos durante
los saqueos. Tras la ceremonia el emperador regresa a su palacio donde es
recibido por sus hermanas y sus consejeros. Demasiado cansado para escucharles
decide dirigirse a su habitación, pero allí le espera uno de sus espías que le
informa del inminente ataque de los ejércitos de Lindium, del hallazgo de éstos
de una de las Cinco Espadas, y la
captura de uno de sus hermanos. Furioso, Mulkrod jura venganza. Al día
siguiente informa a sus otros hermanos: los gemelos: Marmond y Menkrod, de todo
lo que el espía le reveló y tras reunirse con sus consejeros y generales,
inician los preparativos para defender el Imperio de los agresores. Por la
tarde, el emperador recibe a una embajada de Vanion que le declara la guerra.
Mulkrod, sonríe satisfecho. Por fin tiene la guerra que tanto había deseado.
Los
ejércitos de la coalición de Lindium desembarcan en el Imperio, en concreto en
las tierras de Tancor, tomando tras un ataque nocturno la ciudad portuaria de
Rwadon, que de inmediato pasa a convertirse en su base de operaciones. Hernim y
Dulgob tienen un papel fundamental en la toma de la ciudad. En Rwadon Malliourn
decide abandonar el ejército aliado para buscar a la resistencia de Tancor en
el Bosque Maldito para conseguir ayuda para la campaña, dejando a Nairmar al
mando de las fuerzas de Vanion dentro del ejército aliado. Tras días de
preparativos el ejército parte en dirección al corazón del Imperio esperando
sorprender al enemigo, pero no saben que éstos ya se están preparando para la
guerra.
Al
norte, el general Darwast queda designado gobernador de Sinarold, con un
ejército de pacificación de cincuenta mil hombres. Un día recibe una carta del
emperador en la que le ordena que envíe su ejército al sur para ayudar en la
defensa del Imperio. Darwast acude de inmediato en ayuda de su amigo, pero
tenía un largo camino por delante.
Malliourn partió de Rwadon antes de que el ejército avanzara hacia la capital de Sharpast junto a Darm y seis escoltas más. Tenían que encontrar a la resistencia de Tancor para conseguir su ayuda. Durante semanas viajaron de incógnito por territorio enemigo hasta llegar a los lindes del gigantesco Bosque Maldito, en el que se adentraron. Después de largos días de agotadora y agobiante marcha por el interminable bosque, los miembros de la resistencia les capturaron y condujeron a su guarida en las montañas. Allí Malliourn fue conducido en presencia de la reina del bosque y líder de la resistencia: Elisei Atram. En un principio es considerado un soldado imperial, pero Malliourn consigue convencer a la reina de quién es realmente. Después de mucho deliberar, la reina del bosque no está dispuesta a ayudar a Malliourn ni a los ejércitos de Lindium, aunque luchen contra un enemigo común, pero al menos accede a dejar salir del bosque a Malliourn y sus compañeros y permite que un grupo de voluntarios se una al ejercito de la coalición. La reina y general se quedan unos momentos a solas y sus miradas conectan y se besan. Ambos mantienen un romance breve pero intenso esa noche, justo antes de partir Malliourn. Al día siguiente Malliourn abandona la guarida de la resistencia con sus hombres y cincuenta voluntarios liderados por un joven oficial llamado Umdor. Tienen que llegar a tiempo antes de la gran batalla con Sharpast.
El
ejército de la coalición de Lindium continuó avanzando por tierras del imperio,
pero en las Colinas de Hast halló por primera vez una resistencia seria por
parte del enemigo. Un pequeño ejército imperial, compuesto por unos pocos miles
de hombres, les cortaba el paso en un puesto fortificado con empalizadas y
fosos. Era necesario derrotar aquel ejército para poder proseguir sin que
corriera peligro la línea de aprovisionamiento. Pero un ataque frontal
provocaría muchas bajas que no podían permitirse. A Arnust se le ocurrió la
forma de hacer salir al enemigo del campamento fortificado sin sufrir bajas:
bombardear el campamento con ánforas de brea que esparcieran el líquido por
todas partes para rematar con fuego. Así sucedió: las catapultas lanzaron todas
las ánforas de brea y los arqueros arrojaron proyectiles incendiarios para
provocar un incendio que creara el infierno allí. El fuego lo consumió todo y
los soldados de Sharpast tuvieron que escapar del humo y las llamas, siendo
atacados por las tropas de Lindium, que les masacraron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario