miércoles, 11 de febrero de 2015

Asedio de Vendram

Contexto

El asedio de Vendram fue el último enfrentamiento entre Sharpast y Sinarold en la Cuarta Guerra del Norte entre 1586 y 1587. Tras la toma del Gran Muro y la conquista de Beglist por parte del Imperio, el último bastión que se resistía era la capital, Vendram, que ya se hallaba totalmente cercada por parte del ejército imperial y cuya caída significaría el fin para Sinarold como estado independiente. 


Fuerzas en liza

El imperio desplegó desde el inicio del asedio una fuerza de más de 50.000 hombres, a la que luego se sumarían las tropas que habían participado en la toma de Beglist. En el asedio también participó la flota imperial del norte; un total de 400 naves de guerra. Al frente del asedio estaba Mulkrod y sus hermanos, Marmond y Menkrod, aunque más tarde llegarían también Darwast y Mencror para colaborar en la toma de la ciudad.

Arqueros imperiales atacando los muros de Vendram

Las fuerzas de Sinarold apenas llegaban a los 10.000 hombres contando los supervivientes de la fuerza expedicionaria de Vanion. Casi la mitad del ejército eran milicianos, aunque todos lucharían hasta el último aliento para defender sus hogares. Entre aquella fuerza también se encontraba la guardia del rey Krahim, que participaría en primera línea de batalla durante el asedio. Además contaban con una flota de un centenar de barcos más una pequeña flota proveniente de Vanion. Al frente de aquella fuerza estaba el general Karmil Dungor, que acabaría siendo designado regente del reino ante la convalecencia del rey. El comandante Malliourn dirigiría al cuerpo expedicionario de Vanion.

El asedio

El asedio de Vendram fue de un mes de duración. En él se produjeron algunos de los episodios más encarnizados y cruentos de la guerra. Inicialmente fue Mulkrod el que comenzó el asedio, instalando campamentos fortificados frente a las murallas de Vendram, pero éste se limitó a esperar la llegada de refuerzos, hecho que se produjo tras la caída de Beglist. Tras llegar el ejército de refuerzo hubo negociaciones para intentar alcanzar un acuerdo de paz, pero tras saber de la crueldad de las huestes imperiales en Beglist, el general Dungor desechó toda oferta de paz. Por entonces la moral de los defensores era alta y confiaban en la victoria, pero cuando la flota de Sharpast bloqueó la ciudad por mar y dejaron de llegar provisiones de la isla de Taxos, se truncaron las esperanzas de la gente.

Entonces Dungor ideó un plan para sorprender a la flota imperial y acabar con el bloqueo. Para ello requisó todas las embarcaciones civiles de la ciudad, las cargó de material incendiario y preparó a la flota para la batalla.

La flota de Sharpast en llamas

El ataque fue por la noche, auspiciados por la oscuridad y el ruido de las olas. La flota de Sinarold salió de puerto hacia la flota de Sharpast. En primera línea avanzaron los barcos civiles con material incendiario, sin casi tripulaciones, lo justo para conducir las naves hacia sus objetivos. Una vez estuvieron a poca distancia del enemigo, incendiaron las naves y las arrojaron directamente contra el centro de la formación imperial, que no pudo reaccionar a tiempo y sufrió terribles pérdidas al propagarse el fuego por muchas naves.

Mientras el caos se propagaba por toda la flota imperial, los barcos de Sinarold aparecieron en sus flancos y les sorprendieron cargando con sus espolones, hundiendo muchas naves tras abrir boquetes en la amura de las naves de Sharpast. Otros muchos fueron abordados o incendiados por las armas de Sinarold, que les disparaban desde sus barcos todo tipo de proyectiles incendiarios. La flota de Sharpast se desmoronó y fue duramente castigada. Más de la mitad de su flota fue hundida o apresada. En cambio, Sinarold apenas sufrió bajas en aquel enfrentamiento: cuatro barcos hundidos y unos pocos cientos de hombres muertos.
La flota de Sharpast en retirada tras la batalla

La derrota irritó a Mulkrod, tanto, que al enterarse de la debacle ordenó que su ejército atacara de inmediato la muralla de Vendram, sin importarle que las máquinas de asedio no estuvieran ya listas y los fosos que rodeaban las murallas no habían sido rellenados.

El ataque pilló por sorpresa a los asediados, pero los defensores pronto ocuparon las murallas y recibieron a los atacantes con una lluvia de flechas y dardos que causó grandes bajas cuando los soldados imperiales intentaban atravesar los fosos. La lucha fue breve pues las fuerzas de Sharpast pronto se dieron cuenta de que el ataque era inútil y que lo único que iban a conseguir era sufrir más bajas.

La victoria dio nuevas esperanzas a los defensores, pero éstas no durarían mucho pues el asedio se prolongó y los sharpatianos se prepararon para tomar la muralla con torres de asedio, arietes y otras máquinas pocas semanas después. Para entonces los fosos ya se habían rellenado. El ejército imperial atacó por oleadas intentando desgastar a los defensores, que se mantuvieron firmemente en sus puestos repeliendo a las torres de asedio y escalas. La batalla se prolongó durante horas. Los sharpatianos intentaron destrozar la puerta principal de Vendram con un gran ariete, pero la intervención de la guardia real, que hizo una heroica salida para destruir el ariete, hizo que los atacantes de ese sector se retiraran, capturando la apreciada arma. Poco después el ejército imperial se retiró habiendo sufrido de nuevo grandes bajas.

Muralla de Vendram
El asedio aún duraría varias semanas más. En ese tiempo el ejército de Sharpast empezó a bombardear día y noche la muralla con la intención de abrir brechas que permitieran pasar a la infantería el día del ataque final. Mientras tanto, los defensores reconstruían por las noches las brechas, levantando empalizadas improvisadas detrás, para ser de nuevo destruidas al día siguiente.


Finalmente, Mulkrod se decidió por dar el golpe de gracia y llevar a cabo un ataque total con el que lograr conquistar la ciudad y poner fin al asedio. Todo su ejército se movilizó para el ataque, que sería en tres oleadas. En la primera atacarían los vegtenos, las tropas provinciales del Imperio, luego los mercenarios, y por último, cuando las dos primeras oleadas hubieran desgastado a los defensores hasta el extremo, atacarían los sharpatianos, la mejor infantería del Imperio, que debían dar el golpe de gracia.


Los defensores aguantaron como buenamente pudieron las dos primeras oleadas, sufriendo grandes perdidas, incluso en las brechas, donde un muro de hombres contenía a los cientos de enemigos que constantemente intentaban quebrar su formación. No obstante, la llegada de la tercera oleada fue demasiado. Los defensores cedieron y perdieron la muralla. A su vez la puerta cayó y los soldados imperiales pudieron moverse libremente por la ciudad, matando y saqueando por doquier. Los combates continuaron en las calles, en las casas, en el puerto, en el palacio real... La ciudad estaba perdida y con ello finalizaba la guerra. Sinarold era anexionada a Sharpast.

Soldados de Vanion luchando por llegar a sus barcos en el puerto

Los soldados de Vanion que participaban en la defensa de Sinarold lucharon hasta que vieron la batalla perdida, entonces se retiraron abandonando sus puestos, retrocediendo hasta el puerto, donde su pequeña flota de barcos estaba lista para partir. Lucharon para abrirse camino hasta el puerto por las calles. Muchos consiguieron ponerse a salvo en sus barcos, partiendo poco después viendo cómo Vendram era saqueada.


Consecuencias

Sinarold del Este era adherida al Imperio, acabando de esta manera con el último reino libre de Veranion. Como consecuencia de ello, los reinos de occidente formaron una alianza para luchar contra Sharpast, bajo la promesa de los magos de Oncrust de encontrar una de las Cinco Espadas del primer emperador de Sharpast para ayudarles en la guerra que se avecinaba, dándose comienzo una nueva y devastadora guerra entre el Imperio y los reinos de Lindium.











Batalla de Beglist

Fuerzas en liza

La batalla de Beglist fue un enfrentamiento militar que se dio durante la Cuarta Guerra del Norte entre el Imperio de Sharpast y el Reino de Sinarold. Las huestes imperiales estaban dirigidas por Darwast Mítrades y Mencror Omercan, hermano del emperador, que comandaban un ejército de 40.000 hombres. Del lado de Sinarold se encontraba la guarnición de Beglist, compuesta por 4.000 soldados y milicianos a cargo de Balmir Dungor, sobrino del rey Krahim.

Antecedentes

Tras conquistar el Gran Muro, las fuerzas imperiales se dividieron en dos cuerpos de ejército: uno liderado por el propio Emperador, que debía asediar la capital de Sinarold, Vendram, y otro bajo el mando directo del general Darwast, que debía conquistar Beglist. Si conquistaban ambas ciudades la guerra acabaría y Sinarold pasaría a ser parte del Imperio.

Caballería de Sharpast

Darwast inició el sitio de Beglist para cortar la llegada de suministros a la ciudad y empezó a preparar las máquinas de asedio para tomar la ciudad por la fuerza. No obstante, sabía que sería muy complicado su conquista con el mero uso de la fuerza bruta, y el asedio podía alargarse, algo que no les convenía dado que estaban en pleno invierno. Pretendía tomar la ciudad por medio del engaño y la sorpresa.

Batalla

La conquista de la ciudad se produjo por una traición interna. Uno de los hombres más ricos de la ciudad, un tal Tigan, consciente de que la toma de la ciudad era un hecho, contactó con el general Darwast para ayudarle a entrar en Beglist. Darwast, consciente de que tomando la ciudad de esa forma se ahorrarían muchas vidas, aceptó el trato que le ofrecieron y se dispuso para tomar Beglist por sorpresa.

Fuerzas imperiales asediando Beglist

El ataque se produjo a los pocos días de iniciar el asedio. Fue de noche para facilitar que sus hombres pasaran más inadvertidos. Los hombres de Tigan abrieron una de las puertas de menor importancia de la ciudad para que los soldados imperiales la atravesaran  y tomaran Beglist fácilmente. Por ella pasaron de forma masiva varios miles soldados que lo primero que hicieron fue dirigirse a la puerta principal de la ciudad para que el grueso del ejército, que esperaba oculto en la lejana oscuridad, pasara. Con el alboroto, pronto los gritos de alarma de los ciudadanos que veían como soldados enemigos atravesaban sus calles despertaron a la guarnición, que se armó deprisa y corriendo para intentar repeler el ataque. Pero ya era tarde; todo acto de resistencia fue en vano. Abierta la puerta principal, los soldados de Sharpast entraron en masa e iniciaron una terrible masacre, saqueando la ciudad.

Consecuencias

La conquista de Beglist permitió a Sharpast concentrar todas sus fuerzas sobre la capital, Vendram, que debería resistir sola contra todo el poderío del Imperio.










Batalla del Gran Muro


Esta reseña contiene spoilers del libro Las Cinco Espadas. Se recomienda haber leído antes el libro.

Fuerzas en liza 

En el invierno del año 1586 del cómputo lindoniano, los ejércitos de Sharpast iniciaron una ofensiva a gran escala para conquistar el último reino libre de Veranion, Sinarold del Este, con un ejército de más de 100.000 hombres y una flota de 400 barcos de guerra. El propio Emperador Mulkrod era quien se había puesto al frente de aquel ejército, dando un papel preponderante a un hombre de su confianza, el general Darwast Mítrades y a sus propios hermanos. El objetivo imperial era hacer efectiva la conquista de ese territorio. El ataque en pleno invierno pretendía ver la capacidad de su ejército y a su vez prepararlo bien para campañas militares en circunstancias climáticas adversas. 

Caballero de Sharpast 
El ejército que Sinarold pudo reunir para repeler la invasión, incluyendo tropas de milicia de escasa preparación militar, unos 10.000 infantes y 100 barcos de guerra. No obstante, la flota de guerra de Sinarold contaba con naves veloces que les daban una mayor ventaja sobre los imperiales. A la cabeza de aquella escasa hueste se encontraba el anciano rey Krahim, pero el verdadero encargado de dirigir la defensa del reino era el sobrino del rey, el general Karmil Dungor. A esas fuerzas se les sumaron ese mismo invierno refuerzos venidos de Vanion, un total de 3.000 soldados veteranos y una pequeña flota de barcos. El objetivo inicial de Sinarold para repeler la invasión era detener a los invasores en el Gran Muro, la infranqueable fortificación que protegía la totalidad del reino y evitar cualquier intento de desembarco enemigo haciendo uso de la flota. Al frente de la fuerza expedicionaria de Vanion estaba el comandante Harnas.


Antecedentes

Sinarold ha sido desde siempre un ansiado objetivo para Sharpast, que ha intentado anexionarse la totalidad del reino en multitud de ocasiones, en las llamadas Guerras del Norte. En el transcurso de ellas el Imperio consiguió anexionarse gran parte de Sinarold, a excepción de la península Sinalítica, que fue amurallada para mantener una parte del reino a salvo en los tiempos de Rando el Glotón y Fenrig el Bravo, que contuvieron a los ejércitos imperiales al otro lado del Gran Muro. 



En la última Guerra en el Norte, en la que los ejércitos de los reinos de Lindium participaron de forma directa, Sharpast se desgastó luchando en varios frentes durante años sin hacer grandes progresos, lo que les forzó a pedir la paz en el año 1565, que se firmó en Beglist, y en la que Sharpast se comprometía a no atacar más al Reino de Sinarold del Este. El tratado fue considerado como una humillación nacional. El propio Mulkrod, que asistió siendo un niño a la firma de dicho tratado, juró vengar la afrenta sufrida.

Cuando Mulkrod llegó al trono imperial tras la muerte de su padre, inició enseguida los preparativos para la guerra y un año después comenzó el ataque contra Sinarold.


Batalla

El Gran Muro
El ataque imperial se inició en tres frentes con el objetivo de penetrar en el muro en al menos un punto para hacer efectiva la invasión. Superado el escollo del Gran Muro tendrían todo Sinarold a su alcance. El día escogido para el ataque amaneció con niebla y nieve, lo que favoreció que los soldados imperiales pasaran desapercibidos hasta que ya era tarde.

Las fuerzas de Sinarold y sus aliados sabían que su única posibilidad de éxito era contener al ejército imperial en el Gran Muro, para ello el grueso de sus fuerzas se congregaron a lo largo de la muralla en multitud de fuertes, listos para defender la muralla en cualquier punto donde fueran atacados, pero, al ser tan extensa la muralla y disponer de tan pocas fuerzas, la defensa de todos los sectores no sería tan efectiva como cabía esperar.

El tiempo el día de la batalla

Inicialmente el ataque fue repelido por los escasos defensores que se hallaban en los sectores atacados, que se vieron sorprendidos y pidieron refuerzos a las guarniciones más cercanas, pero al final acabaron cediendo por la aplastante superioridad de las fuerzas imperiales, que atacaron en masa en los tres sectores. El ataque en el sector de Vanion fue contenido durante horas por el comandante Harnas con la ayuda de los refuerzos traídos por el capitán Malliourn. No obstante, un ariete imperial logró perforar la puerta del muro en aquel sector y se inició un duro enfrentamiento junto a la entrada entre el millar de soldados de Vanion que se habían congregado allí y los miles de asaltantes imperiales que atravesaban la puerta en tropel. El combate fue duro y encarnizado, con cientos de muertos en los dos bandos, pero la superioridad numérica imperial inclinó la balanza. El propio comandante Harnas fue muerto en la lucha por una lanza de Sharpast, pero antes de morir dio el mando de los soldados de Vanion a Malliourn, que viendo perdida la batalla hizo lo que pudo para que sus hombres se retiraran ordenadamente y evitar que todos ellos murieran ese día en la fría nieve.

En los demás sectores el resultado fue el mismo: la aplastante victoria imperial. Algunas guarniciones de Sinarold y Vanion quedaron aisladas en sus fortificaciones al no recibir instrucciones adecuadas tras la debacle en el Gran Muro, siendo tomados uno a uno u obligados a rendirse.

Consecuencias

Tras la victoria en el Gran Muro, las fuerzas imperiales tenían acceso directo a la totalidad de Sinarold, pero aún quedaban bastiones que conquistar antes de hacer efectiva la conquista: Vendram y Beglist, las ciudades más grandes del Norte, que estaban bien protegidas por grandes murallas que las hacían difícilmente expugnables. 
Los soldados de Sinarold y Vanion, en una penosa retirada bajo el gélido frío invernal del Norte, huyeron del frente buscando refugio en la última línea defensiva de Sinarold, donde esperaban resistir el tiempo suficiente para obligar a Mulkrod a pedir la paz y salvar el reino.








miércoles, 4 de febrero de 2015

Resumen de Las Cinco Espadas

Las Cinco Espadas es el primer libro de la saga de fantasía épica: Sangre y Oscuridad. La trama oscila en un mundo ficticio en el que el Imperio de Sharpast domina la mayor parte del continente de Veranion, y donde sólo unos pocos pequeños reinos resisten ante el imparable avance de dicho imperio, y deberán aunar fuerzas para hacerle frente.

Mulkrod, el todopoderoso emperador de Sharpast, no conforme con sus posesiones, prepara nuevas campañas de conquista y, a su vez, inicia la búsqueda de cinco armas legendarias: Las Cinco Espadas, pero no será el único que lo haga; una orden decadente de magos intenta evitar que Mulkrod se haga con el control de estas armas y, al mismo tiempo, intentar unificar a los reinos de occidente para defenderse de la agresión de Sharpast y acabar de una vez por todas con su tiránica dinastía.


La historia comienza tras la muerte del Emperador Methren III y con la sucesión inmediata de su primogénito, Mulkrod, que se prepara para la conquista del último reino libre de oriente: el Reino de Sinarold. Pero su ambición va mucho más allá, pretende hacerse con todo el mundo conocido, subyugando a los reinos de occidente, al otro lado del mar y convirtiéndose en el mejor emperador de la dinastía de Sharpast. La guerra es inevitable; sólo queda saber quién golpea primero. Las fichas están sobre la mesa.

En esta extensa y vibrante historia, en un mundo feudal que te dejará sin aliento, la guerra cobra vida a una escala completamente diferente a lo que ya se ha escrito en otros libros de este género: grandes batallas entre ejércitos de enormes dimensiones, asedios interminables en condiciones extremas, ataques por sorpresa, escaramuzas, planificaciones de campaña, reuniones de estado, declaraciones de guerra, extenuantes debates y la logística son una parte importante de esta historia, pero hay mucho más: magia, aventura, amor, intriga, odio, miedo, dudas, vibrantes diálogos, conmovedores discursos, ejecuciones, rivalidad, política, traición, lealtad, compañerismo…


Los protagonistas viajarán hasta los confines del mundo en busca de objetos mágicos y para liberar a un antiguo rey depuesto, recorriendo grandes bosques, extensos mares, interminables desiertos, mostrando un increíble mundo que dejará a los lectores de esta historia sin aliento.


En definitiva, Las Cinco Espadas es una novela completa, con personajes interesantes y muy bien trabajados, una historia con gran potencial y con una visibilidad gráfica que los lectores explotarán al dar cabida en su imaginación los grandes escenarios que se dan en esta obra. Sin duda, un libro a la altura de grandes obras de la literatura épica de nuestro tiempo y que, de ser explotado adecuadamente, puede triunfar, ya no sólo de cara al mercado editorial, sino también de cara al mercado cinematográfico si de esta obra se llegara a hacer una película o serie con el presupuesto adecuado.