miércoles, 4 de julio de 2018

Capítulo 2.3 LA GUERRA EN EL NORTE


Malliourn y Darm continuaron solos durante varios minutos, sin ver ni oír nada más que fuera sospechoso; lo hicieron en silencio y alerta. Según iban avanzando la niebla se fue disipando y el número de árboles empezó a disminuir. Pronto llegaron a un altozano donde sólo había algunos arbustos. Entonces empezaron a oír un ruido de cascos de caballos, chasquidos metálicos y de un montón de voces. Siguieron avanzando con aún más cautela y se tumbaron en la fría nieve para avanzar reptando, hasta que, poco después, sus ojos alcanzaron a ver un gigantesco claro con miles de tiendas de campaña y muchos soldados desfilando en su interior. Era un campamento imperial.
Lo hemos encontrado dijo Darm. Ya sabemos dónde están.
Eso parece, ni siquiera se han preocupado en construir empalizadas ni ningún tipo de defensa. Se deben de sentir muy seguros. Vámonos antes de que nos vea alguien dijo Malliourn mientras retrocedía. Hay que informar a Harnas.
Pero fue demasiado tarde, alguien les había visto desde una de las torres de vigilancia y había dado la alarma. Rápidamente decenas de soldados comenzaron a salir del campamento en busca de intrusos. Se dirigían hacia ellos.
‹‹Mierda. ¿Cómo nos han podido localizar tan rápido? se preguntó Malliourn, sin creerse su mala suerte. Es igual, tenemos que salir de aquí.››
¡Muévete o no lo contamos! gritó Malliourn.
Los dos comenzaron a correr por la nieve lo más rápidamente que podían, pero sus pasos eran lentos y pesados. Si les perseguían con caballos no tardarían en atraparlos. Un grupo les vio bajando la ladera y corrieron tras ellos con sus armas preparadas. Estaban muy cerca. A pocos pasos de ellos, decenas de hombres les perseguían; se les echaban encima. Malliourn iba un poco más retrasado que Darm, que era más ágil y rápido. Malliourn los sentía a su espalda. Pronto se topó con un enemigo a poco más de un paso de él, pero, con un hábil movimiento de su espada, le dejó mal herido en el suelo al rajarle de lado a lado.
Continuaron corriendo hasta llegar a un agotamiento extremo en el que casi no podían dar un paso más, pero entonces llegaron hasta donde se encontraban el resto de sus compañeros, que estaban sentados tranquilamente en la nieve.
¡Rápido, agrupaos! vociferó Malliourn. ¡Preparaos para la defensa!
Pero ¿qué es lo que pasa? preguntó un soldado confuso.
¡Que nos atacan, idiota! gritó Darm. ¿No oyes los gritos?
Los hombres, viendo lo que se les venía encima, formaron rápidamente una barrera de escudos y lanzas, creando un pequeño semicírculo. Los perseguidores llegaron desordenadamente y comenzaron a chocar con los escudos; algunos de ellos acabaron empalados en las lanzas. Los atacantes, agotados tras la persecución, apenas podían luchar contra el disciplinado muro de hombres que tenían delante. Tras un breve combate, los defensores consiguieron repeler a los atacantes. Los enemigos que aún quedaban en pie, al no poder romper la pequeña formación tras varias acometidas fallidas, huyeron despavoridamente dejando a algunos de los suyos desangrándose en el suelo, manchando la nieve de rojo. La escaramuza se había saldado con dos de los hombres de Malliourn heridos levemente; los atacantes perdieron seis de los suyos entre muertos y heridos, los cuales fueron rematados sin piedad. No había tiempo para hacer prisioneros.
¡Regresemos al campamento antes de que vuelvan con refuerzos! dijo Malliourn.
Volvieron tras sus pasos con presteza, encaminándose hacia su sector de la muralla. Debían avisar cuanto antes a todos los campamentos de ese sector. No tardaron en vislumbrar las murallas del Gran Muro.
Al final hemos llegado antes de lo esperado dijo Darm, satisfecho. Justo a tiempo para comer. Pronto nuestros estómagos estarán saciados.
Los hombres sonrieron y continuaron; casi podían oler la comida que se estaría haciendo en las cocinas del fuerte, pero cuando llegaron escucharon más alboroto de lo habitual. La alarma había sido dada y los hombres corrían a sus puestos.
‹‹¿Ya nos están atacando o qué es lo que pasa?››
Cruzaron la puerta camuflada, pudiendo ver correr a los soldados de su regimiento y de otros, todos armados hasta los dientes. Uno de los oficiales reconoció a Malliourn y se dirigió a él.
¿Qué sucede? le preguntó Malliourn antes de que dijera nada.
Estamos siendo atacados por el sector oeste del muro. El comandante Harnas ha ordenado que le enviemos todos los refuerzos disponibles. Les está conteniendo en la puerta.
‹‹Maldita sea, tenían que atacar cuando estábamos de exploración; todo ha sido una pérdida de tiempo. Ahora de nada sirve saber dónde está ubicado el campamento enemigo. Espero que no sea demasiado tarde para Harnas.››
¿Cuántos son? le preguntó.
Miles. Es un ataque total.
Pues adelante, socorramos al comandante dijo Malliourn. ¡Que cincuenta hombres permanezcan guardando nuestro sector hasta nueva orden! ¡El resto conmigo!
Pero, capitán dijo uno de los soldados que le habían acompañado por el bosque, el sector del comandante Harnas está a casi una hora de camino.
Entonces tenemos que darnos prisa dijo Malliourn. ¡Vamos, moveos! ¡A paso ligero!
‹‹Me temo que hoy nos perderemos el rancho. Espero que al menos tomemos algo caliente por la noche.››
 Marcharon hacia la puerta siguiendo en todo momento la muralla; lo hicieron apresurados, tratando de recorrer la mayor distancia en el menor tiempo posible, pero reservando fuerzas para el combate que se avecinaba. Tras treinta minutos de marcha, los hombres estaban cansados y casi no podían mantener el ritmo; no eran los únicos, tanto Malliourn como Darm, que habían estado fuera varias horas con largas caminatas, corriendo para escapar con sus pesadas cotas de malla encima y luchando contra sus perseguidores, lo estaban también. Para colmo no habían probado bocado desde por la mañana y les tocaba hacerse otra caminata para seguir luchando. Aquél iba a ser un día muy largo. Pronto escucharon en la lejanía el sonido de tambores de guerra, el de los gritos de quien estaba combatiendo tenazmente y el de las armas metálicas al chocar unas con otras. La batalla había comenzado y se estaba librando muy cerca. La necesidad de ayudar a sus compañeros les dio fuerzas para continuar sin detenerse siquiera a descansar.
‹‹Cuando lleguemos estaremos reventados, pero tenemos que luchar, y debemos hacerlo bien si queremos sobrevivir.››